jueves, 16 de mayo de 2013

REFLEXIÓN BLOQUE II


Textos folclóricos. Selección y adaptación

El término “folclore” significa tradicional (nos indica que es algo que viene de lejos) y popular (muy conocido, algo del pueblo, que no es de autor). Lo primero que Irune quiso dejarnos claro fue la idea, ya mencionada durante el primer bloque, de que, al contrario de lo que muchos pensábamos, los cuentos folclóricos no son infantiles. Lo que ha ocurrido con el transcurso del tiempo es que se han ido “edulcorando” y se han adaptado para los niños. Por ejemplo, Caperucita Roja era un cuento de terror que se ha adaptado para que puedan ser receptores los niños.

Los textos literarios folclóricos tienen las siguientes características:

1.       No tienen autor. Lo cual no quiere decir que sean anónimos, los textos anónimos sí tienen autor pero prefieren no dar su nombre. En los textos literarios folclóricos la idea original es de un desconocido, y lo que nos ha llegado es el fruto del boca a boca, cada persona va añadiendo algo. Su autor es el tiempo, es imposible rastrear su origen.

2.       Múltiples versiones. Como no tienen autor, cada persona lo puede versionar como quiera. Existen distintas versiones dependiendo de quién lo haya recogido. Por ejemplo, la ratita presumida, cada uno conocemos un final: o que no se casa, o que se casa con el ratón, etc.

3.       Su origen es desconocido y no hay versiones originales. No se conservan versiones originales, se desconocen.

4.       Es literatura popular (propia del pueblo). Como no sabían escribir, no la pusieron por escrito.

5.       Se transmiten oralmente de forma horizontal (en varios pueblos a la vez se contaba la misma historia) y vertical (de generación en generación).

6.       No son infantiles, sino familiares. En las aldeas, en las casas, se reunía la familia en torno al hogar, ya que no había habitaciones. La familia se sentaba alrededor del hogar y se contaban cuentos o historias reales de algo que había pasado. Si acogías en tu casa a una persona para dormir, te pagaba contando un cuento o historia nueva. Se contaban todo tipo de historias, de amor, de terror de aventuras…

7.       Reflejan las épocas por las que pasaron. Cómo se vivía en esa época. Por lo tanto, los textos literarios folclóricos no son machistas, reflejan la época. Las mujeres de la época estaban en casa cuidando a sus hijos.

8.       Reflejan los sueños y deseos del pueblo. Por ejemplo, jamás la hija de un mercader (Cenicienta) se habría casado con un príncipe, pero era un sueño del pueblo.

9.       Son un reflejo de la sabiduría del pueblo. Por ejemplo, en la Bella Durmiente alejan el peligro de la niña quemando todas las ruecas, en lugar de educar a la niña para que no toque las ruecas. Esto es algo que ocurre, los padres evitan hablar de ciertos temas y alejan de los hijos las cosas que no les gustan. Esto es sabiduría popular.

10.   No tienen, en general, moraleja explícita. Tienen multitud de enseñanzas a lo largo de toda la historia para toda la familia.

Una vez analizadas las características de los textos literarios folclóricos, Irune nos conto tres famosos cuentos folclóricos: Blancanieves y los 7 enanitos (la adaptación hecha por los Hermanos Grimm), La Cenicienta (ambas adaptaciones: Perrault y los Hermanos Grimm) y La Bella Durmiente (una versión que se cree que es anterior a Perrault).

A continuación pasamos a analizar los tres géneros literarios:

1.       El teatro folclórico

Como no se escribía, había que memorizarlo. No hay muchas manifestaciones de teatro folclórico.

Si son interesantes las representaciones teatrales religiosas de los pueblos: la pasión, la Navidad (nacimiento de Jesús), etc. Por ejemplo, el que hacía de San José, su hijo haría de San José en el futuro y así sucesivamente. Los papeles eran enseñados de padres a hijos. En muchas de estas representaciones como son del pueblo y no son eclesiásticas, hay guiños paganos. También hay representaciones teatrales folclóricas paganas, como por ejemplo la expulsión de los moros por los cristianos o el carnaval.

Tan sólo hay una manifestación infantil muy poderosa que se mantiene hoy en día: Los Títeres de Cachiporra. Estos títeres se representaban en las plazas de los pueblos. Consistían en: un personaje masculino (solía llamarse Pedrito) que tiene algo que quiere mucho (una vaca, una flor, etc.) y hay un malo (demonio, bruja, lobo) que le quita lo que le gusta y el resto de la obra es Pedrito persiguiendo al malo con preguntas como ¿Por dónde se ha ido? Cuando el público se cansa Pedrito recupera aquello que tanto quería y pega al malo con una cachiporra y así termina. Actualmente tienen lugar representaciones empleando estos títeres en el parque del Retiro.

2.       La poesía folclórica

Siempre ha estado ligada a la música y al movimiento corporal (tanto para niños como para adultos).
Hay manifestaciones para adultos de todo tipo y para niños también: canciones para jugar al corro, a las palmas, para saltar a la comba, las nanas, las oraciones infantiles –menos las relativas a la misa como el credo-, los villancicos, las retahílas –una dola de la catola, pito pito gorgorito-. A veces se recitaban y otras se cantaban.

En ocasiones, la poesía folclórica no resulta muy apropiada para niños:
-          Don Federico mató a su mujer…
-          Soy capitán, de un barco inglés, y en cada puerto tengo una mujer…
-          Al jardín de la alegría quiere mi madre llevarme, a ver si me sale un novio…

3.       Prosa folclórica

La forma más característica que adoptaba la prosa folclórica era el cuento (relato breve que no tiene por qué ser infantil). Se transmitían oralmente.

Los cuentos folclóricos son lo más estudiado por los folcloristas. Existen cientos de miles, hay cuentos de todas las culturas, ej: “Kirikú y la bruja” es un cuento folclórico africano.

Cuando han empezado a estudiarse los cuentos folclóricos ha sido a finales del s.XIX. El término folclorista se lo debemos a un antropólogo llamado Vladimir Propp, que dedicó toda su vida a su estudio. Propp clasificó los cuentos folclóricos en cuatro tipos:

1-      Mitos: incluye los textos que tienen protagonistas mitológicos y dioses. Son historias que en su origen tenían una función religiosa. También incluye aquí los apólogos (un especie de fábula: tienen carácter moralizante pero no son protagonizados por animales, ej: La lechera.) y las leyendas (se suelen situar en lugares concretos, con nombres, fechas... por eso se cree que son reales).

2-      Cuentos de animales: Propp hace una subclasificación: fábulas y cuentos de animales. Las fábulas son aquellos cuentos en los que los animales representan vicios y virtudes de las personas, son textos moralizantes y con moraleja. Los cuentos de animales son historias en las que todos los protagonistas son animales (ej: Los 7 cabritillos). Estos animales representan roles de personas.

3-      Cuentos de hadas (Fairy tales): es cualquier cuento en el que aparece algún personaje de carácter mágico, ej: Caperucita Roja o Los músicos de Bremmen, en ambos cuentos aparecen animales que hablan y a la vez hay personas en los cuentos.

4-      Cuentos de fórmula: o bien el cuento entero  o parte del cuento te lo tienes que aprender de memoria porque si no pierde la gracia. Ej: los cuentos mínimos. “Esto era un gato con las orejas de trapo y el culo al revés ¿Quieres que te lo cuente otra vez?” “Esta es Maria Sarmiento que se fue a cagar y se la llevo el viento”.

Tras ver los géneros literarios, pasamos a hablar sobre los recopiladores y adaptadores folclóricos más relevantes.

Es en el s.XVI cuando se empiezan a recopilar los romances (que son semifolclóricos) por escrito.
Perrault (s. XVII – XVIII) recopilaba los cuentos que contaba la nodriza de sus hijos. Se dedicó a recogerlos y a adaptarlos para contarlos en la corte de Luis XIV con fines moralizantes. Convirtió la literatura en paraliteratura ya que añadía moralejas. Perrault realiza adaptaciones de los cuentos folclóricos ya que los modificaba con intención de moralizar a los habitantes de la corte.

Continuamos con un recorrido en el tiempo hasta llegar a la Alemania de la primera mitad del s.XIX. Es la época del romanticismo (Goethe) y en la que surgen los nacionalismos, y es cuando empiezan a interesar las tradiciones: el folclore. Aquí aparecen los Hermanos Grimm, que eran filólogos. Recibieron una solicitud sobre si estaban interesados en recopilar cuentos tradicionales alemanes (intencionalidad conservacionista). Trataban de ser lo más fieles posible al cuento. La editorial contrato a gente que iba por los pueblos recopilando historias y los Grimm tenían que revisarlas y escribirlas correctamente. No eran cuentos para niños, eran cuentos tradicionales alemanes. Los cuentos eran bastante escabrosos, y al sacar la tercera edición los Grimm los revisan para quitar lo más escabroso, y suavizar los cuentos. Estos cambios (mini adaptaciones), cambian pequeñas cosas que no eran adecuadas para los niños.

Por tanto, hay que tener claras dos ideas:

-          Los Grimm no son autores. Son recopiladores e hicieron pequeñas adaptaciones.
-          La primera intención de los Grimm era conservacionista.

En esta misma época (primera mitad del s. XIX, romanticismo), tenemos en España a Cecilia Böhl de Faver, quien firmaba sus libros bajo el pseudónimo Fernán Caballero. Primero publicó en periódicos y revistas y más adelante publicó en una libro la recopilación de todos sus escritos.

Con la segunda mitad del s. XIX llega el realismo. Durante el romanticismo interesaban temas abstractos (amor, libertad) o temas personales. En el realismo empieza a interesar la sociedad, miramos a nuestro entorno y vemos los problemas que nos afectan.

En este contexto aparece en Dinamarca el tercer recopilador que nos interesa: Hans Christian Andersen. Sus versiones de los cuentos son las más conocidas en Europa. Andersen era muy reconocido y preciado (en su honor encontramos la escultura de la Sirenita de Copenhague, hecha mientras él vivía). Es una personalidad de la literatura, lo que más famoso le hicieron fueron los cuentos que gustaban tanto a adultos como a niños.
Andersen tiene tanto literatura de autor, es decir, inventada por el (La cerillera, El soldadito de plomo…) y textos folclóricos que adaptó (La reina de las nieves, La sirenita).

Tras conocer los recopiladores y adaptadores más famosos, pasamos a profundizar en la idea del simbolismo.

El simbolismo es aquello que no se puede modificar ni cambiar si queremos adaptar un cuento. Toda la literatura, al tener función poética, es de carácter simbólico. Propp fue el primero que dijo que el esqueleto de un cuento es un viaje iniciático.

La iniciación que se presenta en el 90% de los cuentos folclóricos es: un hogar familiar que, por el motivo que sea, el personaje protagonista debe abandonar, y va pasando por una serie de pruebas, conociendo personajes, aprendiendo, madurando, hasta crear un núcleo familiar propio porque ya es adulto. Para seleccionar y adaptar un cuento para EI debemos entender y discrimina su simbolismo.

Para concluir con el bloque, repasamos cómo puede un maestro escoger una buena materia prima para adaptar un cuento para sus alumnos:

-          Saber con que versión del cuento se está trabajando. De qué año es, si ya ha sido adaptada, quien la ha traducido. Tenemos que tener algún dato sobre la versión para fiarnos de ella.

-          Lo ideal es buscar traducciones de Grimm o de Perrault y, a partir de ahí, adaptar, no hacerlo sobre adaptaciones de adaptaciones.

-          Es importante también, tener una buena versión de los cuentos para poder adaptarlos con facilidad.

-          Irune nos recomendó “El libro de los 101 cuentos” de la editorial Anaya, que contiene cuentos de todas las culturas.

Me ha resultado realmente útil este bloque para profundizar en la tradición folclórica. Por ejemplo, he visto los Títeres de Cachiporra en el Retiro cientos de veces y no sabía que estaba viendo una manifestación teatral folclórica. Lo que más me ha gustado ha sido conocer las versiones de los hermanos Grimm y de Perrault de Blancanieves, la Cenicienta y la Bella Durmiente. Siempre había creído que su origen estaba en Disney y, por lo que he visto, nada más lejos de la realidad. Conozco desde que era pequeña muchas adaptaciones tanto de cuentos folclóricos como de poesías o canciones folclóricas, que cantaba con mis compañeras en el patio del colegio.

En mis prácticas, no vi que contaran a los niños o hiciera referencia a algún cuento folclórico. Por otro lado, las canciones que cantaban los niños tampoco tenían un origen folclórico, ya que el profesor de música y psicomotricidad era un antiguo trabajador de una granja escuela y la mayoría de las canciones eran canciones modernas de allí “La brujita tapita”, “El eco”, “El caballo pichirilo”.

Como futura educadora, me gustaría transmitir a los niños los cuentos folclóricos y también las poesías y canciones. Es muy importante que no se pierdan y que los niños las aprendan y a la vez las transmitan a sus hijos cuando crezcan, continuando con la tradición oral. Es importante el papel que tenemos los maestros en conseguir que estas historias lleguen a los niños y que perduren los juegos populares basados en textos folclóricos en verso. Sí que es cierto que hay que tener cuidado con ciertos cuentos folclóricos como “El patio feo” (Andersen) ya que podemos hacer tambalear la seguridad que tienen los niños en que su figura de apego les quiere.

Por último, gracias a lo visto en el bloque, he aprendido qué elementos debemos conservar de la historia original a la hora de hacer adaptaciones.

1 comentario: